lunes, 3 de noviembre de 2008

Casos y cosas

Ha sido una gran semana. El domingo anterior, por ejemplo, ejercí mi derecho soberano a votar en blanco. A mi candidato no le fue demasiado mal; le ganó al mismísimo PRI, y a comunistas y humanistas, si se toman por separado. Mal debe estar un partido para que más gente vote en blanco que por él.
Hay quién dice que los votos blancos son sospechosos, ya que se pueden convertir muy fácilmente en votos válidos; yo, que fui apoderado de mesa, puedo afirmar que al que lo intente más le valdrá desaparecer en la selva. Los apoderados existen por una buena razón.
Prescindiendo de otras consideraciones, creo que esta elección es una demostración contundente de que tengo razón, y que la democracia aleatoria es la única opción posible desde hoy hasta el futuro escrutable.
Por lo demás, esta semana se nos vienen encima otras elecciones. A veces pienso que los estadounidenses deberían dejar toda esa mascarada y elegir derechamente al presidente del mundo; y, si nos dan derecho a voto, mejor. Podría darme un gustazo y votar en negro, ja, ja. Pero es verdad: yo votaría por Obama, simplemente porque es negro. Y porque significaría el reconocimiento oficial al fracaso de Bush Jr. Porque no vayan a creer ustedes que, aparte del color y nombre del partido hay alguna diferencia entre Obama y McCain; miren esto, ingenuos. Y es que la democracia estadounidense funciona mejor que la nuestra (probablemente porque es más aleatoria), y no importa cómo sea un candidato al principio: al final será exactamente lo que los votantes quieren. Y lo que los estadounidenses quieren es un presidente que los haga sentir poderosos; nada más.
Así que ganará Obama, sí, pero ya pueden olvidarse de que cambiará algo. Cuando mucho, miles de negros serán más felices (y ya se sabe que un negro feliz equivale a tres rubias felices). Del protocolo de Kioto, los ataques a Pakistán, el rescate financiero a los grandes capitales, ya pueden ustedes olvidarse.

No hay comentarios: