Acaba de asumir Obama, y las esperanzas que todos ponen en él me asustan un poco. Que va a acabar con las guerras, que terminará con la crisis económica, que la discriminación, que esto, aquello y lo de más allá. Si hasta la comunidad de activistas pro
copyleft anda revolucionada con
el falso anuncio de que los contenidos de la web de la Casa Blanca serán licenciados bajo Creative Commons.
Yo, como no podía ser menos, he recogido la opinión de los que normalmente no pueden expresarla: en este caso, la comunidad
pedófila. En
docechan (si no sabes lo que es
NO lo averigües) un tipo ha escrito:
"Ahora que asumió Obama, esperemos que se dedique a perseguir a los
verdaderos criminales".
Las negritas son suyas (huy, lo que he escrito).
Yo no comparto las
espectativas de los que endiosan a Obama, pero comparto el deseo de quien escribió eso. Y es que bajo la administración
Bush Jr. las cosas fueron ciertamente mal para todos los que no tienen una sexualidad "normal" y la expresaban en Internet:
pedófilos, incestuosos,
zoófilos, etc. Entre el 2002 y el 2005, una buena cantidad de sitios de discusión sobre
pedofilia e incesto (sitios que, por lo demás, muchas veces ni siquiera contenían fotos o enlaces) se encontró de pronto sin financiamiento y tuvieron que cerrar; otros, cerraron sin previo aviso. Algunos de los comentaristas más activos incluso avisaron de que los estaban siguiendo, se sentían amenazados y debían retirarse. Muy poco de eso salió a la luz publica, porque ya se sabe, la gente que quiere acostarse con su madre no tiene derechos. Aunque la tormenta amainó a mediados del 2005, fue recién en 2006 cuando dio su último coletazo, con un caso que sí apareció en la prensa:
el cierre de los sitios de la empresa Webe Web. Esa es otra historia, sin embargo.
Obama, por supuesto, no dirá jamás media palabra respecto al derecho a la libertad de expresión que tienen los
pedófilos y gente de parecida ralea. Esperemos, sin embargo, que el recambio de los funcionarios se lleve a los que, en defensa de sus nociones personales de moralidad, arrasaron con los derechos garantizados por la constitución del país que les pagaba el sueldo.