Y así sucedió que, tras una campaña plagada de bromas pesadas, caricaturas y parodias, por una improbable combinación de circunstancias (por ejemplo, la manipulación de las máquinas de votación por una pandilla de electrones republicanos), John McCain es el ganador de las elecciones. Y, por una combinación de circunstancias mucho más probable, a los tres meses de mandato y antes de hacer verdadero daño, el pobre hombre ya no puede huir y muere de vejez, apaciblemente.
Sonríe, Sarah. La hora de la venganza ha llegado.
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